5/13/2015

Las Tres Messajes Angélicas

El  Conflito de los Siglos - pag. 604 [traducido del la version de 1911]

 

 

De Babilonia, en el momento señalado para ver en esta profecía, se ha declarado, "sus pecados han llegado al cielo, y Dios ha recordado sus maldades. " [1 REV. 18:5.] Se le ha llenado la medida de su culpabilidad, y la destrucción está a punto de caer sobre ella. Pero Dios tiene todavía un pueblo en Babilonia; y antes de la visita de sus juicios, los fieles deben ser llamados a salir, para que el, "no participan de sus pecados, y no reciben de sus plagas." Por lo tanto el movimiento simbolizado por el ángel que descendía del cielo, iluminando la tierra con su gloria, y el llanto muchísimo con una voz fuerte, anunciando los pecados de Babilonia. En relación con su mensaje, el llamado es escuchado, "salir de ella, pueblo mío." Estos anuncios, uniéndose con el mensaje del tercer ángel, constituyen la advertencia final que debe darse a los habitantes de la tierra.

 

Miedo es la cuestión a la que el mundo ha de ser llevado. Los poderes de la tierra, en la que se unan a la guerra contra los mandamientos de Dios, se decreto por el que todos, "los pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos, " [2 REV. 13:16.] se ajustará a las costumbres de la iglesia por la observancia del falso sábado. Todos los que niegan el cumplimiento serán visitados con penalidades civiles y finalmente se declararon que son dignos de muerte. Por otro lado, la ley de Dios ordena el Creador do día de descanso exige obediencia, a la vez que amenaza  con ira contra todos aquellos que transgreden sus preceptos.

Con el tema, por lo tanto, completament claro ante  él, quienquiera que pisotear la ley de Dios para obedecer una ley humana, recibe la marca de la bestia, que acepta el signo de fidelidad a la potencia que él escoge obedecer en lugar de Dios. La advertencia del cielo es, "Si un hombre adorar a la bestia y su imagen, y recibe su marca en su frente o en su mano, la misma deberá beber del vino de la ira de Dios, la cual es derramada sin mezcla en la copa de su ira. " [3 REV. 14:9, 10.]